"comprehendere scire est"

Divisor

Consejo Nacional para el Entendimiento Público de la Ciencia.

Cuando llegó la noche


anónimo


Throid, rubio guerrero, destructor de Dallas, Houston, San Antonio,
Monterrey, Tampico, Veracruz y Puebla, acampa junto al Popocatépetl
y el Ixtaccíhuatl, esperando el momento de asaltar
México-Tenochtitlán al otro lado de las montañas.



- Papá, están frente al Paso de
Cortés.



- Si
hijo, lo sé, soy el Presidente de la ciudad,
recuérdalo.



- ¡Papá,
están sólo al otro lado de los volcanes!



- ¿Por
qué te angustias hijo? nuestro ejército está
completo y tenemos suficientes vigías en las montañas,
Throid no podría moverse sin que lo tengamos bajo
control.



- Pero
no estoy seguro de que lo que haces con el ejército sea lo
mejor papá. Envías a la mayor parte de la gente al sur
de las montañas, al sur del Popo, mal armadas y sin suficiente
disciplina, mientras la pequeña élite montada y con lo
mejor en armas se va a esconder al norte del Ixtaccíhuatl, sin
siquiera cruzar al lado poblano.



- Bueno
hijo, en primer lugar no los envié yo, fue el Consejo y la
elección se tomó considerándolo todo.



- Pues
no parece papá, mira, sí Throid elige atacar a la
élite, tendrá muchas bajas pero por masa vencerá
antes que nuestro ejército del sur llegue a su retaguardia, y
sí va al sur, hará una matanza antes de que la élite
del norte cierre la pinza, no hay salida. Además de que pronto
será tiempo de cosecha y necesitaremos brazos en los campos de
cultivo.



- Sí,
pero para entonces Mímero Throid y su gente estarán
muertos o vendidos como esclavos.



- Cómo
papá, ¿por decreto?



- No
hijo, la estrategia no está diseñada al azar, todo el
Consejo de la Ciudad la estudió, los Universitarios dieron la
solución. No te preocupes, saldremos bien.



La
ciudad de México-Tenochtitlán, con su casi medio millón
de personas, había resistido múltiples ataques. Su
bienestar material, en medio de la desolación posterior a las
guerras de los energéticos, atraía a las hordas
salvajes, a los aventureros y a todo tipo de saqueadores, pero ningún
ataque tan peligroso como éste, ni siquiera el anterior del
mismo Throid se compraba. Entonces sus contingentes no eran tan
numerosos, su moral no estaba tan exaltada ni se hallaban tan bien
armados. En aquel primer intento de tomar la ciudad Throid, acampó
al norte de ésta e inmediatamente inició la
construcción de torres móviles para llegar a lo alto de
las murallas, pero cuando se reunió el ejército mexica,
superó en proporción de cinco a uno a los
seudositiadores, Throid levantó su campamento y huyó al
Este.



Hacía
casi setenta años que las últimas grandes batallas por
los hidrocarburos habían pasado, el fin de esa guerra llegó
por falta de combustible, no hubo un claro ganador, sólo
claros perdedores. Los estados nacionales no pudieron mantenerse y se
rompieron en ciudades, regiones y estados de tipo privado. Los
problemas raciales agravaron las tensiones y las guerras civiles que
produjeron, dieron el tiro de gracia a la estructura de los países.
En Norteamérica, por ejemplo, Canadá, Estados Unidos y
México desaparecieron como tales, ahora las distintas regiones
eran autónomas como el Estado Afroamericano de Nueva York,
Nueva Cuba, en Florida, Mont Real de Québec,
México-Tenochtitlán, Tonallán, etc.



Mímero
Throid, tras el asalto a Veracruz, consiguió ametralladoras y
municiones, armó grupos de avanzada que destruían
pequeños poblados enteros, para minar la confianza del enemigo
y hacer que su fama le abriera puertas y tirara murallas.



Fue
el caso de Puebla, tomada casi sin lucha después de la matanza
de Tehuacán. Cuando Throid llegó a las murallas
poblanas, mostraba cientos de cabezas en lo alto de las lanzas de sus
guerreros, pidió granos, fotoceldas, medicinas, animales,
motores eléctricos y mujeres, para alejarse de allí.
Los poblanos negaron las mujeres y las concentraron en el otro
extremo de la ciudad, mientras los hombres capaces de pelear, se
reunían en el lado sudeste, cerca de Throid. Pasaron un par de
días, las negociaciones no caminaban, repentinamente pequeños
grupos de sitiadores armados con ametralladoras, lograron entrar por
las murallas noroccidentales, poco protegidas, desconcertando a la
población de la ciudad con el resonar de las armas de fuego.
Los poblanos cayeron en desorden y el resto de los sitiadores se
desbordaron dentro por el suroriente de las murallas. Dos días
continuos duró el pase a cuchillo de poblanos, no fue lucha,
sino matanza. Throid tuvo cuidado de no hacer un disparo ocioso,
ningún gasto de explosivos sin razón. Durante algunas
semanas, exprimió la ciudad, y sólo dejó al
marcharse, ruinas de elogio a su obra maestra de destrucción.



Finalmente
Throid, tenía la fuerza para tragarse a México-Tenochtitlán,
estaba en el punto que antes ocupó Hernán Cortés
y pretendía secundarlo en la hazaña conquistadora.



Mientras
Throid estaba en Puebla, los mexicas destruyeron todos los caminos,
puentes y túneles en el lado poblano de los volcanes y
construyeron puntos fuertes y de vigía. Throid tenía
tres opciones; Una, ir al sur del Popocatépetl y pasar por
allí, otra, hacerlo al norte del Ixtaccíhuatl, y la
tercera, por en medio de ambas montañas (por el Paso de
Cortés). Esta vez no podía enviar a sus ametralladores
por atrás de la ciudad como lo hizo con Puebla, el rodeo sería
muy largo, además, de que los vigías estaban en lo
alto. Subir por entre las montañas, sin buenos caminos, sería
muy lento, mucho antes, estarían del lado poblano los mexicas,
esperando a Throid y disparándole cuesta abajo, con la
gravedad a favor. Quedaban los pasos sur y norte, el primero los
llevaría en menos tiempo al lado mexica, al lado occidental de
los volcanes, pero los dejaría mas lejos de la ciudad que el
paso norte. No podía tomar la iniciativa, tenía que
esperar un error en la defensa para hacerlo efectivo. Y parecía
que ese error se dejaba ver.



- Mister,
los rumores de la divinidad de la ciudad, tienen inquietos a nuestros
soldados, piensan que los dioses estarán del lado mexica, a la
hora de la pelea.



- ¡Los
dioses, qué dioses! -contestó desdeñoso Throid-,
azoten a los que propaguen esos rumores, no dudo, sean agentes
mexicas. Y grábeselo bien secretario, la ciudad de México,
será nuestra.



- Si
Mister, así se hará -respondió el secretario,
mientras se retiraba caminando hacia atrás en actitud servil.



Throid
se quedó solo en su tienda, miraba el mapa, todo tomaba forma,
en dos días los mexicas estarían en el lugar exacto y
él atacaría, esa estrategia mexica no era tan efectiva,
se traslucía dejándole prever los movimientos enemigos.
Una numerosa tropa mexica se movía al sur del Popo, para
forzar a Throid a ir al norte, donde un ejército,
supuestamente oculto, lo esperaba. Según sus informes, el
ejército del sur era de masa y no de experiencia, miles de
personas mal armadas e indisciplinadas, mientras en el norte, estaba
la tropa de élite, completamente montada y con armas de fuego.
Throid no estaba dispuesto a complacer a los mexicas. Llegó la
noche del sábado, al siguiente día según sus
informes, el ejército mexica del sur pasaría al lado
poblano, rodeando el Popo, para empujar a Throid, al norte, hacia
donde le élite cerraría la tenaza. Pero apenas inició
la noche, Throid se lanzó al sur, listo para aplastar a los
desdichados combatientes de a pie. A la medianoche Throid, ya estaba
del lado mexica, le informaban que la élite del norte no se
movía, todo marchaba bien. Cerca del amanecer, Throid llegó
hasta las avanzadas mexicas y las destrozó, aunque no pudo
evitar el lanzamiento de cohetes de alarma, pero era tarde, Mímero
Throid estaba del lado mexica con su ejercito completo y un enemigo
dividido, la élite no podría cerrar la pinza a tiempo,
pues tendría que dar casi toda la vuelta a las montañas,
de hecho, la élite se movía ya a través del lado
occidental de los volcanes para reforzar al ejército sur.
Cerca de las siete de la mañana, Throid atacó al grueso
del ejército mexica de a píe, que resistió
algunas horas sólo por la fuerza de la masa, hasta que
prematuramente, a media mañana, el crepúsculo llegó,
las estrellas tímidamente asomaron mientras el sol moría
en pleno día, ¿estaban los dioses del lado mexica? Los
guerreros de Throid asustados retrocedieron, rompieron filas y
dejaron de cargar. Los altos mandos del ejército mexica,
sabiendo lo que ocurría, pasaron a la ofensiva, la balanza
negó sus favores al invasor. Cuando nuevamente brilló
el sol del medio día, la élite llegaba al campo de
batalla para dar el tiro de gracia.



Días
después fue hallado el cuerpo de Throid, perforado el pecho
por un hacha.



Llegaron
a la ciudad los compradores de esclavos del Occidente y otras
criaturas rapaces, que comieron del invasor.



La
Ciudad de México-Tenochtitlán, sobrevivió,
conservó su riqueza material en un mundo devastado por las
guerras del fin de los hidrocarburos, se mantuvo gracias a la
verdadera riqueza del conocimiento, mantenido y cultivado en su
Universidad.



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