"comprehendere scire est"

Divisor

Consejo Nacional para el Entendimiento Público de la Ciencia.

querida oceanógrafa


Fabricio González

De las zonas más silenciosas y oscuras de la tierra es el mar en su profundidad. El interior insondable y negro de las aguas oceánicas es, sin embargo, imaginable, tanto que los hombres han fantaseado con los monstruos horrendos que lo habitan, con las islas hundidas, tumbas de civilizaciones perfectas, con los orígenes de lo extraño, con el refugio de los miedos abismales, con el terror y la belleza juntos habitando una masa fría y negra, densa y atiborrada de cosas extrañas.

La imaginación de los hombres es poderosa, al grado que existen cuentos e historias, leyendas, fábulas, fantasías y ciencia. La inquietud que rescata la epopeya, los mitos y los dioses, los cuentos de hadas, las novelas, la historia de la naturaleza y la naturaleza de las cosas, es la misma de los hombres y mujeres que buscan encontrar las relaciones de causa y efecto en el mundo, la que elabora las hipótesis con las que ocuparás tu pensamiento en lugar de mantenerlo concentrado en mi.

La profundidad del mar es parte de lo que el ser humano desconoce y de ella también se quieren abstraer leyes, principios y teorías. Ahí vas tú. El impulso arrogante de los científicos, el tuyo también, lo estudia; en un afán por echar luz sobre los rincones desconocidos de nuestro universo, bajo el pretexto del progreso del conocimiento, encienden las luces poco a poco en los lugares que, oscuros y misteriosos, han sido por siglos refugio de lo peor y lo mejor que podemos imaginar. Conocemos el universo, las galaxias, la célula, los átomos y la psique y poco a poco nos quedamos con menos lugares para esconder nuestras fantasías, miedos y sueños; los monstruos que antes se suponían en Marte, ahora son marinos o de una galaxia lejana. Los que buscan la ley que explica todo van talando los bosques donde se esconden las hadas y los elfos; describen el universo, el interior de los seres y el fondo del mar, los habitantes que las fantasías han puesto por siglos en esos lugares van desapareciendo en un patético desastre ecológico-fantástico.

Buscamos, los seres humanos, sobrevivir y matamos a los seres que nos mantienen cuerdos, intentamos saber más y matamos el conocimiento, gran parte del mundo muere por saber a exactitud sobre solo una fracción de él. Van los científicos estudiando y sabiendo, destruyendo los refugios de la imaginación; ahí iras tú conociendo del fondo del mar sobre el mar, sobre un barco pequeño en el medio del mar.

Conocerás de todo y un poco más, acerca de las clinas, el bentos, los poliquetos y los moluscos larvarios, pequeños e indefensos de tu mano, tu sonda y tu formol. Y echarás junto con tus colegas la luz sobre la oscuridad; el fondo del mar seguirá siendo oscuro pero comprendido y no habrá lugar para un monstruo de ocho bocas y mil pies reptantes. En mi imaginación habrá mañana un hueco y no habrá fantasía jamás, leeré en un pomposo Journal que la temperatura produce tales efectos y unos cuantos más sobre la comunidad de los bichos que tuvieron a desgracia habitar la profundidad que profanaste, hedionda de materia orgánica. Mañana habrá un fondo marino límpido, tan claro como una habitación de paredes blancas, multitud de ventanas abiertas y nada adentro; el monstruo, la isla perdida, no podrán existir, ni tampoco un gusano gigante de millones de antenas amigo de un molusco larvario que se resiste con ferocidad a ser tocado, manipulado, molestado.

No investigues mucho, no ilumines el fondo marino con tu conocimiento perfecto y acabado, no molestes al monstruo dormido del fondo que te cuida por mí, que cuida de tu piel blanca por mí. Deja la masa marina con sus misterios, deja el territorio de la imaginación de muchos. No te vayas. Después de todo va a ser muy malo despertarme con tantos vacíos en la mente: el monstruo, la isla hundida, lo extraño, la fantasía, todo perdido y tú, sabedora entonces de los mecanismos marinos, ausente en el mar. Tuyo: Ignoto.


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