Consejo Nacional para el Entendimiento Público de la Ciencia.
Adolfo Córdova Ortiz + Asociación Estudiantil Helecho Universidad De Las Américas, Puebla
Cada vez se encuentran con mayor facilidad personas que realizan proyectos para difundir la conservación y protección de la fauna y flora, y expresar consternación por los hábitos consumistas que dañan la frágil red biológica. El arte representa una posibilidad de diversificar los medios en que el mensaje ecológico se expone y los ámbitos a los que se dirige. El escritor estadounidense Shel Silverstein narra e ilustra un cuento llamado “El árbol generoso” que nos hace pensar en la riqueza natural que nos rodea, capaz de satisfacer nuestras necesidades, aunque muchas veces no sean más que caprichos. Quiero compartir ese texto con ustedes.
Había una vez un árbol que amaba a un pequeño niño. Todos los días el niño venía y recogía sus hojas para hacerse con ellas una corona y jugar al rey del bosque. Subía por su tronco, se mecía en sus ramas y comía sus manzanas. Y ambos jugaban al escondite. Y, cuando estaba cansado, dormía bajo su sombra. Y el niño amaba al árbol… mucho. Y el árbol era feliz.
Pero el tiempo pasó. El niño creció. Y el árbol se quedaba a menudo solo. Pero un día, el árbol vio venir a su niño y le dijo: “Ven, Niño, súbete a mi tronco y mécete en mis ramas y come mis manzanas y juega bajo mi sombra y sé feliz”. “Ya soy grande para trepar y jugar,” dijo él. “Yo quiero comprar cosas y divertirme, necesito dinero. ¿Podrías dármelo?” “Lo siento”, dijo el árbol, “pero yo no tengo dinero. Sólo tengo hojas y manzanas. Coge mis manzanas y véndelas en la ciudad. Así tendrás dinero y serás feliz”. Y, así, él se subió al árbol, recogió las manzanas y se las llevó. Y el árbol se sintió feliz.
Pero pasó mucho tiempo y su niño no volvía… y el árbol estaba triste. Y entonces, un día, regresó. El árbol se agitó alegremente y le dijo, “Ven, Niño, súbete a mi tronco, mécete en mis ramas y sé feliz”. “Estoy muy ocupado para trepar árboles,” dijo él. “Necesito una casa que me sirva de abrigo. Quiero una esposa y unos niños, y por eso quiero una casa. ¿Puedes tú dármela?”. “Yo no tengo casa”, dijo el árbol, “el bosque es mi hogar, pero tú puedes cortar mis ramas y hacerte una casa. Entonces serás feliz”. Y así él cortó sus ramas y se las llevó para construir su casa. Y el árbol se sintió feliz.
Pero pasó mucho tiempo y su niño no volvía. Y cuando regresó, el árbol estaba tan feliz que apenas pudo hablar. “Ven, Niño” susurró. “Ven y juega”. “Estoy muy viejo y triste para jugar”, dijo él, “quiero un bote que me lleve lejos de aquí. ¿Puedes tú dármelo?”. “Corta mi tronco y hazte un bote”, dijo el árbol. “Entonces podrás navegar lejos… y serás feliz”. Y así él cortó el tronco y se hizo un bote y navegó lejos. Y el árbol se sintió feliz. Pero no realmente. Y después de mucho tiempo su niño volvió de nuevo. “Lo siento, Niño,” dijo el árbol, “pero ya no tengo nada para darte. Ya no me quedan manzanas”. “Mis dientes son muy débiles para comer manzanas”, le contestó. “Ya no me quedan ramas” dijo el árbol, “tú ya no puedes mecerte en ellas”. “Estoy muy viejo para columpiarme en las ramas”, respondió él. “Ya no tengo tronco” dijo el árbol, “tú ya no puedes trepar”. “Estoy muy cansado para trepar” le contestó. “Lo siento” se lamentó el árbol, “quisiera poder darte algo… pero ya no me queda nada. Soy sólo un viejo tocón. Lo siento…”. “Yo no necesito mucho ahora,” contestó él, “sólo un lugar tranquilo para reposar. Estoy muy cansado”. “Bien”, dijo el árbol reanimándose, “un viejo tocón es bueno para sentarse y descansar. Ven, Niño, siéntate. Siéntate y descansa”. Y él se sentó. Y el árbol fue feliz.
Una palabra: gratitud. Entender su significado y reencontrarnos con ella, en una sociedad que piensa que ha pagado por todos los servicios y que no tiene que agradecer a nadie. Menos a la naturaleza, de quien toma mucho más de lo necesario. Claro, así sucede cuando algo es gratis, abusamos. Ojalá reflexionáramos un momento y detuviéramos ese consumismo ansioso en el que nos anclamos, desgastando nuestro medio y sobretodo reduciendo nuestra capacidad de sentirnos satisfechos con lo sencillo, sin excesos.
Resulta importante rescatar cuentos como éste. Debemos buscar formas que sean nuevas en la emisión de mensajes ecológicos para así conseguir un mayor impacto y convocar al cambio a un público más amplio. Te invito a que compartas este cuento y esta reflexión. Recuerda que en materia ambiental es primordial abordar los temas, hablar de ellos, nombrarlos, pensarlos. Tal vez así, poco a poco al conocerlos, comiencen a importarnos.
Cuento. Brenda Hermosillo Cardoza + Tercer año de Secundaria Instituto Oriente, Puebla, Puebla.
Divulgadores. Adolfo Vásquez Rocca + Doctor en Filosofía Universidad Complutense de Madrid, España;.
Divulgadores. Francisco Sacristán Romero + Departamento de Historia de la Comunicación Social Facultad de Ciencias de la Información Universidad Complutense de Madrid;.
Divulgadores. Rocío Íncera + .
Divulgadores. Ramiro Flores Vargas + Centro Universitario De La Costa Sur,departamento De Estudios Para El Desarrollo Sustentable De Zonas Costeras, Universidad De Gdl(udg-ca-341); María Del Carmen Navarro-rodríguez + Centro Universitario De La Costa, Campus Vallarta, Departamento De Ciencias, Universidad De Guadalajara (udg-ca-345); Luis Fernando González Guevara + .
Divulgadores. Oscar Arias Carrión + Departamento De Neurociencias Instituto De Fisiología Celular Universidad Nacional Autónoma De México.
Divulgadores. Aarón Pérez-benítez + Facultad De Ciencias Químicas Benemérita Universidad Autónoma De Puebla.
Divulgadores. Adolfo Córdova Ortiz + Asociación Estudiantil Helecho Universidad De Las Américas, Puebla.
Divulgadores. Marisa Avogadro + Periodista científica argentina;.
Divulgadores. Ricardo Quit + Divulgador científico y miembro de SOPUEDICYT;.
Divulgadores. Fabio Germán Cupul-magaña + Universidad De Guadalajara, Campus Puerto Vallarta; Ana Julia Santos-ramos + Universidad Juárez Autónoma De Tabasco.
Editorial. Miguel Ángel Méndez-rojas + Departamento De Química Y Biología Universidad De Las Américas, Puebla.
Editorial. Fundadores: Rosa M. García Hidalgo, Silvia S. Hidalgo Tobón y Miguel Ángel Méndez-Rojas.
Editorial. Miguel Ángel Méndez Rojas + Editor;.
Eventos. Angélica Pérez Ariza Estudiante de Matemáticas + Centro de Investigaciones Matemáticas, Guanajuato, Guanajuato, México.
Eventos. Raul Mújica García + Instituto Nacional De Astrofísica, Óptica Y Electrónica, Tonantzintla, Puebla; Verónica Macias Andere + Consejo Puebla De Lectura A.c..
Eventos. Ary Rodríguez Estudiante del Doctorado en Astrofísica + Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica, Tonantzintla, Puebla;.
Eventos. Fernando Tapia Schiavon Estudiante de Preparatoria + Instituto Universitario de Puebla A.C. Atlixco, Puebla, México;.
Eventos. Lorena Magallanes Estudiante de Física + Benemérita Universidad Autónoma de Puebla;.
Investigación. M.c. Gustavo López + Investigador Académico, Conalep, Mexicali I, Mexicali, Baja California; Armida Dávila + Departamento De Estadística, Isesalud, Mexicali, Baja California, México; Manuel Colima + Comisión Nacional Del Agua (cna), Mexicali, Baja California, México; Lorenzo López + Comisión De Planeación Y Desarrollo De Mexicali (copladem), Mexicali, Baja California, México.
Investigación. Carolina Basurto + ; Sara Miranda + ; Delia Elena Jiménez + ; Fernando García + Universidad Estatal De Estudios Pedagógicos, Mexicali; Gustavo López + Maestro Asesor De La Universidad Estatal De Estudios Pedagógicos, Mexicali, B.c., México.
Qwerty. Plinio Sosa + Facultad de Química Universidad Nacional Autónoma de México;.