COMPRENDAMOS

Hoy en día todos los habitantes de este planeta nos enfrentamos a un problema extremadamente grave que desafortunadamente va ganando terreno rápidamente, y este problema es la contaminación ambiental.

La contaminación ambiental es un fenómeno que afecta directa e indirectamente la salud de las poblaciones, no sólo de seres humanos, sino que también altera el equilibrio de los ecosistemas.

Diariamente son emitidos al ambiente gran cantidad de compuestos tóxicos, y estos pueden estar presentes en cielo abierto, en el agua o suelo, en el interior de las casas o en los sitios de trabajo de muchas personas.

En general los seres vivos estamos expuestos a mezclas de dos o más sustancias tóxicas, y dicha exposición puede darse durante procesos de producción, distribución o utilización de productos como medicamentos, alimentos, productos de limpieza, insecticidas, pesticidas, formulaciones industriales y artículos para el hogar, o bien cuando éstos son desechados al ambiente. Entre algunos de los contaminantes ambientales encontramos a los metales, que son un grupo de elementos que presentan propiedades físicas y químicas muy particulares como solidez, brillo, conductividad eléctrica, etc. Los metales han sido utilizados en numerosos utensilios de uso cotidiano por el hombre, y algunos metales son de gran importancia para los sistemas biológicos, ya que pueden ser componentes enzimáticos o estructurales, por lo que su ingesta suele ser necesaria.

Entre los metales de importancia biológica tenemos a los llamados oligoelementos o micronutrientes, que son los requeridos en pequeñas cantidades o cantidades traza, y son necesarios para que los seres vivos completen su ciclo vital, aunque pasado cierto umbral se vuelven tóxicos como el cobalto (Co), cobre (Cu), Zinc (Zn), magnesio (Mg), hierro (Fe), calcio (Ca), sodio (Na), etc. Sin embargo, un problema relacionado con la presencia de metales en el ambiente es la presencia de los denominados metales pesados, que no forman parte de sistemas biológicos de manera natural, pero a determinadas concentraciones pueden provocar disfunciones en los seres vivos ya que son altamente tóxicos debido a que poseen la propiedad de acumularse en los tejidos. Entre ellos podemos citar al plomo (Pb), cadmio (Cd), arsénico (As), Cromo (Cr), mercurio (Hg), etc.
Los metales entran al organismo por vía nasal, oral y dérmica.

Al inhalar o ingerir metales, las partículas pueden ser atrapadas por la mucosa nasal y depositadas en los pulmones, y en algunos casos eliminadas durante la tos o bien absorbidas en el tracto digestivo. Si los metales entran por vía oral la absorción gastrointestinal varía ampliamente dependiendo de la solubilidad, estructura química y estado fisiológico del tracto digestivo, aunque en el caso del Hg, al no poder ser absorbido por el intestino debido a su insolubilidad en agua, es excretado junto con las heces. La piel es una barrera muy efectiva al evitar la absorción de metales, aunque se pueden presentar efectos negativos cuando existen lesiones en ella.

Estos efectos se manifiestan  como reacciones alérgicas caracterizadas por prurito, irritación, ardor, etc. Generalmente  los metales actúan en el organismo distribuyéndose en el cuerpo por medio del torrente sanguíneo y, dependiendo de su habilidad para pasar a través de las membranas celulares, compiten con otras moléculas por sitios de unión a los que son afines. Los metales frecuentemente se concentran en un tejido u órgano específico y al ser metabolizados por lo regular se unen a enzimas, que son catalizadores de reacciones en los organismos vivos, cambiando así la conformación molecular de éstas. También pueden unirse a otros sustratos y alterar la disponibilidad de componentes celulares importantes.

La exposición del hombre a diversos metales en cantidades elevadas, por fuente alimenticia, por inhalación o por el agua de consumo diario, se debe a las altas concentraciones naturales, a la contaminación de los afluentes, al empleo de utensilios de cocina metálicos, a la persistencia y bioconcentración de metales como pesticidas.

La exposición ocupacional de los obreros metalúrgicos ha hecho evidente las relaciones entre la exposición y el desarrollo de algunas neoplasias. También ha sido posible establecer el vínculo entre los niveles elevados de metales en la atmósfera provenientes de los residuos industriales y de las gasolinas, con el desarrollo de enfermedades crónicas y degenerativas en los seres humanos.

Un claro ejemplo de esto es el estudio realizado en la Ciudad de Torreón, Coahuila, en donde se encontraron concentraciones muy elevadas de plomo, cadmio y arsénico en los vecinos de una fundidora. Todo lo anterior nos lleva a una pregunta, ¿qué es lo que está ocurriendo en otros estados de la República Mexicana?

En diferentes estados de la República, como en el caso de Nuevo León, Puebla, Tlaxcala y el Distrito Federal, se puede presentar el problema de la contaminación con metales pesados que puede deberse a fuentes emisoras distintas, que van desde las emisiones automovilísticas hasta las emisiones por plantas fundidoras, textileras o productoras de pigmentos y autopartes. Los problemas comienzan a nivel interno en las industrias, ya que en muchas ocasiones los trabajadores expuestos a los contaminantes metálicos no cuentan con el equipo necesario para evitar una posible intoxicación, las empresas descargan sus desechos sin ser tratados y además los automóviles circulan en las ciudades de manera normal a pesar de que muchos de ellos no aprueban la verificación.

Todo esto conlleva a un problema base que es la falta de interés por parte de las instituciones gubernamentales en evitar estas situaciones. Actualmente se conocen numerosos estudios que están relacionados con los efectos que producen algunos componentes tóxicos en humanos y otros organismos.

Además, se cuenta con diferentes organizaciones a nivel mundial que se dedican a la protección e investigación en materia de salud y del ambiente, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Agencia Estadounidense de Protección del Ambiente (EPA) y la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC). En México contamos con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), que trabaja en conjunto con la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) emitiendo normas oficiales encargadas de regular los niveles permisibles de diferentes metales en agua, suelo y alimentos, poniendo mayor énfasis en metales pesados.

Sin embargo, lo que hace falta es que estas normas sean aplicadas por todos los involucrados en este problema, ya que es desconcertante encontrarse con empresas que muestran a su entrada la leyenda “Industria Limpia” cuando en realidad su descarga de contaminantes supera en gran medida los límites permitidos por las normas oficiales, o en el caso de los automovilistas, la corrupción constante al sobornar a los técnicos encargados de la verificación de los vehículos. Hace falta educación ambiental en todos los sectores sociales para que la población tome conciencia del daño que está causando al ambiente y que al mismo tiempo está recibiendo, ya que la contaminación ambiental es un problema que nos concierne a todos.

Es necesario también que, al detectar problemas relacionados con contaminación, los ciudadanos denuncien ante las autoridades competentes a los responsables, y que la SEMARNAT y/o la PROFEPA atiendan estas denuncias porque es su deber como instituciones gubernamentales hacerlo.