COMPRENDAMOS

Siendo la educación un proceso humano, y como tal responsable del desarrollo del hombre, es necesario ubicarla en una filosofía que le señale con claridad sus limitantes, los principios y fines que le permitan buscar nuevas formas de relación y organización del trabajo docente.

La escuela, al participar en la educación del hombre, necesita un concepto claro de sus realidades y posibilidades, una verdadera formación integral, que a través de la educación conforme el mundo presente y futuro, con hombres que sean antes que nada personas, y tengan todas las capacidades para realizarse de esa forma integral junto con su entorno. Los habitantes de este país, como mexicanos, hemos sabido lo que es nuestra riqueza étnica, tradicional y familiar; pero sobre todo, la nacional. A esta última la conforman grandes conmemoraciones en las que todos somos participantes activos y aunque desafortunadamente no hayamos todavía considerado que los recursos naturales y la educación ambiental, no sólo de nuestro país, sino del planeta en general son los que nos permiten aprovechar para hacer día a día nuestro trabajo de cualquier índole, ya que de ellos comemos, nos vestimos y sobre todo, vivimos.

Al respecto, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) propuso, en 1970, la siguiente definición de Educación Ambiental:

"Es el proceso de reconocer valores y aclarar conceptos para crear habilidades y actitudes necesarias, tendientes a comprender y apreciar la relación mutua entre el hombre, su cultura y el medio biofísico circundante. La E.A. también incluye la práctica de tomar decisiones y formular un código de comportamiento respecto a cuestiones que conciernen a la calidad ambiental."(1)

Por lo tanto, la educación ambiental es un proceso continuo en el cual los individuos y la colectividad toman conciencia de su medio y adquieren los valores, las competencias y la voluntad para hacerlos capaces de actuar en la resolución de los problemas actuales y futuros del medio ambiente.

De igual manera, es considerado de gran importancia dentro del magisterio poder darle un realce al cuidado de esos recursos que tanto nos aportan, sin embargo, lamentablemente todavía no se crea conciencia en niños y jóvenes de ser actores protagonistas de su conservación y mantenimiento. Pero lo mas lamentable de este proceso es que el mismo docente no está convencido de la importancia de infundir todos los valores necesarios en sus discentes, y junto con ellos, abatir los problemas relacionados con la educación ambiental. Todavía hace falta que los profesores de educación básica nos capacitemos un poco más, para que nuestros exordios resulten elocuentes y fehacientes en pro de que alumnos, padres de familia y sociedad en general aprovechemos nuestra naturaleza por nuestro propio bien.

Como he señalado, crear conciencia en el “uso correcto” de los recursos del planeta es parte de nuestra labor como profesionales de la educación, para con ello contribuir a frenar el deterioro del mismo; lo cual constituye parte de los objetivos finales del proceso educativo en la temática ambiental. Es por ello que se debe estimular el desarrollo de una capacidad crítica y creativa de los alumnos, de tal forma que adquieran una “dimensión ambiental”, en donde el entorno deje de ser un simple recurso educativo para convertirse en un eje alrededor del cual los aprendizajes adquieran sentido, y qué mejor que la escuela sea el centro de donde parta ese nuevo conocimiento.

Diversos teóricos de la educación señalan que en el aula se pueden proponer actividades que promuevan el aprendizaje en los alumnos, en las que es recomendable utilizar una metodología que incorpore aspectos lúdicos, siempre con un adecuado conocimiento teórico sobre el medio ambiente, que sirva de sustento y desarrollo. También existe la necesidad de retomar los conocimientos previos del niño, puesto que de ellos, el facilitador irá construyendo en los alumnos aprendizajes reales, concretos y/o significativos.

Con lo anteriormente expuesto, puedo señalar que es de vital importancia conocer la capacidad que tiene el maestro para poder llevar a cabo muchas transformaciones en sus aulas, ya que como Jorge Padua puntualiza:

“Una forma de valorar el sistema educativo en relación con las transformaciones sociales adopta la doble perspectiva de su eficiencia interna y externa; la interna se refiere a operaciones y procesos dentro del sistema; la externa a metas y objetivos para que lo que son diseñadas las diferentes instancias de organización escolar.”(2)

Es por ello, que me he permitido retomar tanto de manera interna y externa este doble cambio de conciencia, en el que los alumnos recuperen en sentido práctico lo que es su medio ambiente, el entorno que los rodea y la naturaleza que los alimenta y protege. Asimismo, que los maestros nos demos un espacio para vincular todas las actividades que competen nuestra práctica cotidiana. A partir de esos constructos, se procura observar, analizar y comprender las causas por las que el ser humano muchas ocasiones no mantiene en forma dichos espacios que le son de gran importancia para su vida.

Me ha llamado la atención desde mi formación universitaria, el hecho de que los aprendizajes significativos sean un aspecto fundamental que rijan el trabajo dentro de la educación actual, es decir, procurar que los alumnos tengan diferentes tipos de elementos de donde retomen para construir nuevos conocimientos y sobre todo, que puedan darle una utilidad permanente.

Mi interés de retomar a la educación ambiental como parte fundamental en el individuo, surge de la capacidad que éste tiene para manifestarse y realizar diversas obras de la naturaleza a lo largo de su existencia. También es necesario partir de la idea de que el facilitador va a influir en el carácter que se forme en el ser humano para que con ello se pueda seguir desarrollando dicha cualidad de preservación de su ambiente. Considero que de acuerdo con esta concepción, los contenidos básicos son un medio fundamental para que los alumnos logren los objetivos de la formación integral, como definen a ésta el Artículo Tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y su Ley Reglamentaria.

El Plan y Programas de Estudio por grado escolar, sugieren actividades específicas de expresión y apreciación del entorno y las ubican de acuerdo al nivel de desarrollo que los niños deben haber alcanzado al final del curso. Otras actividades no pueden ser programadas dentro de un grado, sino que corresponde al maestro darles una forma específica y desarrollarlas reiteradamente a lo largo de la Educación Primaria.

He observado, con gran agrado durante mi servicio docente, que los maestros influimos en gran medida en la conciencia ecológica que tienen nuestros alumnos. Desafortunadamente, poco le damos atención a las Ciencias Naturales, ya que con la carga de asignaturas que hay dentro de la Educación Primaria, se pone más énfasis en Español y Matemáticas que a esta asignatura de carácter necesario en la formación “integral” del niño. Con tan solo tres horas por semana, es poco viable para que se fomente o desarrolle en el alumno la idea de un cuidado ambiental. Aunado a lo anterior, existe poco apoyo por parte de las autoridades educativas por proporcionar los materiales necesarios y que con ello el alumno pueda crear algún trabajo, en el que ponga de manifiesto todo su interés dentro del área ambiental y que junto con sus compañeros pueda ser partícipe de la creación de materiales que orienten su propia formación y sobre todo, su transformación como individuo.

Como lo he venido reiterando, la poca motivación en los mismos docentes es otra de las grandes desventajas, ya que bien podríamos formar organizaciones o grupos sociales en nuestras comunidades, que seamos interlocutores válidos y legítimos de un proyecto de desarrollo social participativo, pero involucrados todos: maestros, padres de familia, autoridades y alumnos. Al interior de estos grupos manejar información validada por todo el colegiado, discutir, presentar ideas y propuestas ambientales, así como también responder las consultas que se les hagan desde los niveles superiores de decisión.

En diferentes medios se menciona que la Educación Primaria en México, pretende alcanzar un enfoque actual basado en la formación y no en la información, que persigue darle un sentido ético del valor de la educación ambiental, en que se ponga de manifiesto que se está trabajando con lo que dicen los libros de texto, ya que son éstos junto con los maestros los que “tienen la razón” y “toda la verdad”, dejando a un lado lo que los alumnos conocen o puedan opinar al respecto, desafortunadamente. También se menciona que la educación ambiental es un término conocido en las escuelas, pero que todavía dista mucho para que realmente se cumpla la verdadera función de difundir una cultura ecológica en los habitantes de este país.

En nuestros días, las diversas posiciones que hay en la Educación Primaria mexicana, de carácter tanto pública como privada, sirve como base para señalar que existe un rezago de información y que hay muchas carencias en cuestión de formación, pero que también existe en los libros de texto, que solamente proporcionan datos, pero no procuran tener las actividades adecuadas en materia ambiental. De igual forma, las autoridades educativas poco están interesadas en formar a un alumno que se sienta comprometido con su ambiente y que sea una persona con un alto sentido de participación con la sociedad, dentro de estas tareas ambientales.

Se reconoce que a pesar de la gran carencia de materiales educativos al interior de las instituciones educativas, existe –a pesar de todo personal docente comprometido que procura hacer frente a esas deficiencias e intenta rescatar información que le “pueda servir” a los alumnos, quienes escuchan pacientemente y como simples “espectadores”, porque muchas de las ocasiones no logran consolidar aprendizajes con sentido, que partan de sus propios intereses, ya que aunque tengan la convicción de seguir las recomendaciones de sus profesores, existirá como una barrera el escepticismo familiar y el poco apoyo gubernamental por sacar adelante las propuestas que las escuelas puedan aportar.

Por lo anterior, es necesario que como pobladores de este mundo, nos cuestionemos nuestra participación en mantener un equilibrio ambiental, en hacer que los demás nos apoyen en no dañarlo y sobre todo, un aspecto muy importante, en procurar indagar más sobre el tema.

La educación ambiental es y seguirá siendo un tópico de gran trascendencia a tratarse dentro de nuestras aulas. Si recuperamos ese verdadero valor, permitirá involucrarnos de lleno en los problemas ambientales locales y cotidianos, con los cuales se procurará tener conciencia de conservación de nuestro entorno y que de mucho ayudará a seguir teniendo un parte aguas en distintas asignaturas de la Educación Primaria y sobre todo, en la educación para la vida.

Desde Japón, donde me encuentro realizando una estancia de investigación al respecto de este tópico, me he percatado que es tiempo de replantearse el trabajo que se lleva a cabo en las aulas de la escuela que sea, y con ello, hacer de nuestro presente uno que edifique, construya, organice, modere y sobre todo, cambie la mentalidad de los docentes para que nos involucremos en la tarea de enseñanza y nos ocupemos verdaderamente del aprendizaje constructivo de nuestros alumnos.